¿Tienes problemas para aprender el vocabulario? No creas que eres la
única persona que suda cada vez que se enfrenta a una lista de palabras o que
se queda atascada ante un texto con términos desconocidos. Pero existen soluciones.
Mucha gente tiene la creencia de
que aprender un segundo idioma pasa por interminables listas de vocabulario. Hay quien afirma que
con sólo aprender mil palabras ya se puede hablar un idioma, y hay quien no se
atreve a abrir la boca porque cree que no sabe el suficiente vocabulario.
Las palabras tienen una
importancia en el idioma, pero conocer muchos nombres de cosas no te hará
hablar mejor hablante necesariamente. Por supuesto, cuanto más sepas será
muchísimo mejor, pero tenemos que saber a qué atenernos.
Existen tres tipos de palabras:
1- Vocabulario
desconocido: Son todas aquellas que ni sabes que existen.
2- Vocabulario
pasivo: Se refiere a todas aquellas palabras que conoces cuando las
escuchas, pero que nunca usarías cuando hablas.
Un ejemplo de
vocabulario pasivo para muchas personas es la palabra lumbalgia. Si el médico te dice que sufres que lumbalgia, puedes
entenderle, pero la mayoría de nosotros jamás diría esa palabra, más bien
diríamos “me duele la espalda”.
3- Vocabulario
activo: Es aquel vocabulario que conoces y utilizas normalmente.
Activando tu
vocabulario
El vocabulario desconocido no nos
importa lo más mínimo. Para nosotros no existe, así que lo que no existe jamás
podrá afectarnos. Olvídalo, si alguna vez te encuentras en la tesitura de
necesitar un término que desconoces en lengua extranjera, utiliza una… espera,
¿cómo era?, ains… perdón pero no me acuerdo… lo que viene en los diccionarios
al lado de cada palabra…
Eso es, ¡una definición! Si no sabes decir algo, señálalo, dibújalo o defínelo. Lo importante es conseguir la comunicación, no hablar como un catedrático de lingüística –al menos no al principio.
Cuando aprendes una palabra
nueva, esta pasa directamente al cajón del vocabulario pasivo. No estará ahí
mucho tiempo a menos que sigas escuchándola, pues lo que hay en ese cajón se
tira a la basura al poco tiempo –a veces sólo dura minutos ahí dentro- y se
olvida para siempre. Tu objetivo es no olvidar esa palabra y sólo existe un
método para hacerlo: Usarla.
Suelo poner a prueba a mis
alumnos con esto, y les aseguro que simplemente por copiar la palabra con su
traducción al lado en un margen del libro o de sus cuadernos no servirá para
nada. Por supuesto nadie me cree, así que espero un par de clases para
preguntarles el tema, y les hago llegar a la conclusión –muy obvia por cierto-
de que no se acordaban ni siquiera de que la había anotado.
Si quieres aprender una palabra,
sea cual sea, sustantivo, adjetivo o verbo… utilízalo. Esfuérzate por incluirlo
en tus ejercicios, ejemplos en clase, en tus conversaciones y repite la palabra
mil veces.
Intuición
Otro caso totalmente distinto es
encontrarse una palabra desconocida en una frase o párrafo. Ahí se puede ver
muy claramente quienes son optimistas o pesimistas. Los pesimistas, que siempre
ven el vaso de agua medio vacío, se quedan mirando la palabra que no conocen,
como si por mirarla y remirarla esta fuese a decirnos su significado. Al final
llegan a una conclusión drástica: “no me entero, esto es muy difícil”.
Si por el contrario trabajamos de
forma optimista, e ignoramos aquello que no conocemos y nos centramos en lo que
sí podemos comprender, más o menos saldremos adelante y comprenderemos la idea
del texto. El cerebro humano es espectacular a la hora de intuir cuestiones
lingüísticas, pues ese proceso existe en el aprendizaje del idioma cuando somos
niños.
¿Cómo crees que aprendiste a
hablar? La palabra “mesa” la pudiste aprender mientras alguien te señalaba una,
pero la palabra “consecuencia” la intuiste por el contexto, porque no es un
objeto físico, sino un concepto. ¿Crees que puedes hacer lo mismo ahora? Yo
creo que sí, si tú lo empiezas a poner en práctica verás cómo cambia tu forma
de aprender.
¿Y tú que intuyes de todo esto?
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