20.2.14

Afronta tus miedos

Puede que no queramos reconocerlo, pero el miedo es aquello que nos paraliza en las clases de idiomas, en la vida real y en cualquier otro lugar. El miedo es el responsable de que tus sueños e ilusiones no se lleven a cabo, es un demonio disfrazado de excusa que te hace echarle la culpa a todo y a todos, excepto a ti mismo. Afrontemos nuestros miedos de una vez por todas cuando estudiamos un idioma y comencemos a hacer las cosas de manera correcta.

Os voy a contar la historia de uno de mis alumnos, al que llamaré Tristán. Se trata de un chico normal, un pre-adolescente que odia las clases y estudiar pero que quiere aprobar porque ya ha comprendido que es la mejor opción que puede elegir. Pero en realidad prefiere jugar al fútbol o estar por ahí con sus amigos. Siendo hijo único y de padres divorciados le hace sentirse un poco inseguro a veces, y me parece –según he podido deducir de algunos de sus comentarios- que está siendo usado por sus propios padres para atacarse el uno al otro. No creo que lo hagan a propósito, pero cualquier comentario “inocente” puede acceder de pleno en la mente de un niño y hacerle sentir inseguro.
Tristán realmente quiere hacerlo bien en clase, mira a sus compañeros con envidia cuando salen a la pizarra y realizan correctamente los ejercicios del libro o contestan con acierto a mis preguntas. Sin embargo; en cuanto le toca a él, suele fallar. Me parecía que no podía llegar a enseñarle nada de nada, y me empecé a desanimar yo también. Cualquier actividad escrita se convertía inmediatamente en un desastre absoluto, y ni siquiera las terminaba. Pensé que no le interesaba la clase, y le regañé constantemente durante un tiempo, cosa que no funcionó en absoluto… entonces decidí cambiar mi manera de enfocar la situación.
En cuanto tuve un momento a solas con él, le pregunté directamente qué le ocurría, y la respuesta me tocó de lleno el corazón: “Maestro, yo no lo puedo hacer porque soy tonto” me dijo, y continuó diciendo: “también tengo miedo de hacerlo mal y que se rían de mi”. En cuanto este pobre chico terminó de contarme sus problemas, rompió a llorar y me miró con cara de disculpa y arrepentimiento, y entonces comprendí cuál era el problema.
Experiencias en su vida, compañeros de clase, maestros estúpidos como yo, sus padres y el mundo entero le habían hecho creer que era una persona de segundo orden y se asustaba hasta los tuétanos cada vez que veía la posibilidad de cometer un error, por lo que prefería no hacer nada y no acabar los ejercicios, sólo porque esa opción le parecía más segura. Ya os lo he contado, el Gigante Dormido no puede distinguir  la realidad de la ficción, por eso, en lo más profundo de la mente de Tristán, él se sentía realmente estúpido e incapaz de hacer cualquier cosa de las que sí hacen sus compañeros de clase. El chico estaba destrozado, y yo me sentí de una forma parecida al conocer más de lleno su historia.

Mi instinto me decía que le arropase, le ayudase dándole un abrazo inmenso y le tratara como a un niño desvalido, cosa que por supuesto no hice. En vez de eso decidí motivarle para la victoria. Le conté la fábula del elefante que va al circo, y siendo muy pequeño le atan a una estaca con una cadena. Para cuando el elefante creció y tuvo la fuerza suficiente para romper la cadena sin esfuerzo, el miedo y la falsa creencia de que no podía hacerlo le paralizaban. Le dije a Tristán que él era como el elefante grande y cobarde, le dije que yo sólo le daba clases a campeones y que quería que moviera el culo a partir de ese preciso momento. Le indiqué que se pusiera de pie y se golpeara el pecho mientras gritaba conmigo:
¡Soy un campeón!

Hagamos justo lo contrario
¿Adivinas cómo le ha ido a Tristán desde aquel día? Bueno, no es que sea el mejor alumno de la clase, pero lo está haciendo muy bien. Está teniendo éxito durante las clases, contesta las preguntas correctamente, hace la tarea muy bien, habla Inglés con seguridad, y lo más importante de todo, es mucho más feliz.

Tan solo le hice creer justo lo opuesto de lo que creía, y sí, es así de simple. Pude conseguirlo con él pues por su edad todavía es como un bloque de arcilla que se deja modelar por un maestro en la clase, pero los adultos no lo son. Eso sólo significa que tienes que ser tú y sólo tú quien se ponga de pie y grite: “¡Soy una campeona!” y deje de tener miedo.

La mayoría de estudiantes en la edad adulta están en silencio durante las clases, muchos ni siquiera hacen la tarea o estudian, y prácticamente todos son “expertos excusadores”.

Aquí os relato las excusas más comunes en mi clase de idiomas:

“No tengo tiempo”

“Es difícil”

“Es muy difícil”

“No tengo miedo” –Contestándome después de acusarles, y siguen: “Es… difícil”

“No tengo nadad que decir”

O mi favorita, el más total y absoluto silencio. Y cuando este incómodo silencio se produce es muy divertido verles evitándome la mirada, sin moverse, sin respirar, sin existir… totalmente acojonados y rezando para que no les pregunte, esperando que sea otro quien se tire al vacío y así poder evitar el tener que hablar. ¡Venga ya! Si evitas hablar en clase sólo creas dos cosas, una, mandas el mensaje incorrecto al Gigante Dormido, diciéndole que debe estar en silencio y por lo tanto ignorar el idioma que quieres aprender, y la segunda, que nunca aprenderás.

No hace falta que pases por la total transformación de Tristán, pero puedes intentar simplemente hacer lo contrario de lo que has venido haciendo hasta ahora, ¡así de simple! Si solías decir que no tenías tiempo, ahora dirás que sí lo tienes; si solías decir que era difícil, ahora dirás que es fácil; si solías decir que no podías, ahora dirás ¡Sí puedo! Y si no solías contestar voluntariamente en las clases, ahora lo vas a empezar a hacer y a hablar el idioma que estés estudiando hasta por los codos.

Tienes mi palabra de honor de que todo cambiará radicalmente in poco tiempo. Tan solo tienes que recordar lo que te voy a decir ahora, lo mismo que le dije a Tristán, una vez que que has superado esta etapa, no hay marcha atrás, sigues moviendo el culo y sigues mejorando y punto. Esa es tu única motivación, aquí nadie se duerme en los laureles.
Tu zona de confort

Este es un concepto importante en la psicología moderna, y además es muy simple, te sientes seguro en el área que conoces bien, y tu Gigante Dormido te dice que la parte del mundo que desconoces –la inmensa mayoría- tiene monstruos gigantescos que podrían matarte y de hecho lo harán nada más verte.
Por eso te sientes segura traduciendo a tu lengua materna durante las clases, y te sientes bien si no haces lo que te digo que tienes que hacer. Pero a menos que no salgas de esa pequeña porción del mundo en la que vives, no podrás mejorar.

Sí, es duro, pero tan solo porque sigues poniendo excusas, deja de poner esas excusas, haz lo contrario de lo que has estado haciendo hasta ahora y ¡ya está! El problema se habrá resuelto. Una vez que salimos de nuestra zona de confort nos damos cuenta que ningún monstruo nos devoró cuando utilizamos una lengua extranjera, cuando nos ofrecimos voluntarios en vez de escondernos lo que hicimos fue ampliar nuestra zona de confort. Simple ¿verdad?



¿Y tú qué? ¿Sigues poniendo excusas?

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